KAREN LONGARIC
Durante la mayor parte del siglo XX, Argentina y Brasil sostuvieron intensas disputas en torno a la supremacía política y económica sobre la región sudamericana. Conscientes de que ese antagonismo no los beneficiaba, finalmente, a fines de la mencionada centuria, decidieron impulsar un proyecto de integración orientado a ampliar sus mercados, complementar sus industrias y estrechar lazos en otras áreas de interés común.
En ese marco, el 26 de marzo de 1991, se suscribió el Tratado de Asunción dando nacimiento al Mercado Común del Sur (Mercosur), con la participación de Argentina, Brasil Paraguay y Uruguay.
Los primeros 10 años de vida del Mercosur fueron prolíficos respecto a la adopción de políticas en materia comercial y su desarrollo normativo e institucional. Sin embargo, en el devenir primó el nacionalismo de los Estados miembros, expresado en medidas altamente proteccionistas de sus mercados. Estas políticas sostenidas, especialmente por Brasil y Argentina, significaron un verdadero obstáculo para la profundización de la integración. En efecto, Paraguay y Uruguay se vieron seriamente afectados ante el proteccionismo de sus socios.
Otro factor adverso fue la actitud displicente frente al Sistema de Solución de Controversias del Mercosur, devaluado por los propios socios, que en diversas ocasiones descartaron sus mecanismos naturales y recurrieron al órgano de diferencias de la OMC para solucionar sus mutuas controversias.
No obstante, y a pesar de esos problemas de carácter coyuntural y otros de carácter estructural (asimetría de sus economías), el Mercosur siguió adelante, aunque sin cumplir plenamente la meta que se había propuesto respecto al grado de integración que pretendía alcanzar en su constitución.
Como resultado de la coyuntura liderada por los países del llamado "socialismo del siglo XXI”, el Mercosur comenzó a declinar a partir del segundo quinquenio del siglo XXI. Las políticas de integración económica, comercial y de otros órdenes fueron reemplazadas por el discurso y la retórica política altamente ideologizada, lo cual no sólo paralizó el proceso mercosuriano, sino también contribuyó a su aislamiento de otras iniciativas y alianzas integracionistas.
Ya incluida Venezuela, los gobiernos de turno de los Estados miembros aplicaron la denominada "diplomacia presidencial”, que fue desplazando y menguando el papel de los órganos e instancias técnicas, hasta transformar al Mercosur en un foro eminentemente político que dejaba en rezago al proyecto integrador original.
La excesiva politización en la toma de decisiones indujo a cometer múltiples errores, llegando inclusive a violentar el marco jurídico del organismo y a soslayar disposiciones constitucionales de los Estados miembros.
El ingreso de Venezuela sin adecuar sus normas comerciales a la normativa del Mercosur; la incorporación de Bolivia violando el artículo 257 de la Constitución Política boliviana, que exige la realización de un referendo popular vinculante previo a la ratificación de tratados internacionales en el marco de procesos de integración; la expulsión de Paraguay como sanción a la destitución constitucional del entonces presidente Fernando Lugo, son algunos de los excesos que han puesto en tela de juicio al Mercosur.
Pero ese protagonismo presidencial no sólo cambió la manera de administrar el proceso, sino también politizó la relación del Mercosur con sus potenciales socios comerciales. Tal el caso de la Unión Europea, organismo con el cual no pudo concretar una alianza comercial, no obstante una década de aisladas negociaciones. No cabe duda que la negociación inconclusa con la UE agravará el aislamiento en el que se encuentran los países del Mercosur y repercutirá en las relaciones económicas con Europa.
Además, su distanciamiento de la Alianza del Pacífico ha implicado otra situación absolutamente desventajosa para el Mercosur. La realidad convoca a este a promover una necesaria aproximación con el Bloque del Pacífico, lo cual estimularía la reactivación del Mercosur y evitaría su inminente desintegración. El escenario político que se viene configurando en el Cono Sur fuerza nuevamente a Argentina y Brasil a reconducir ese apreciado y ambicioso proceso de integración.
Karen Longaric es profesora de Derecho de Integración en la Universidad Mayor de San Andrés.
Tomado de paginasiete.bo