
HUGO MARCELO BALDERRAMA
(escrito en octubre 2019)
Bolivia se encuentra en plena etapa electoral, aunque los medios de comunicación y los políticos nos pretenden mostrar una polarización extrema, aquello no deja de ser una falsa pelea. En realidad, todos los partidos son, en cierta medida, socialistas y defensores de una mayor intervención estatal en la sociedad, la familia y la economía.
Penosamente, las dos fuerzas políticas que van detrás del oficialismo tienen una pésima lectura de la gestión económica del gobierno de Evo Morales -los aciertos los ven como errores, y los errores como aciertos-. Sesgo que los lleva a criticar el tipo de cambio de fijo vigente en Bolivia desde el 2006.
Ya se que mi defensa del tipo de cambio fijo puede llevar a confusiones, por eso me veo en la obligación de aclarar dos cosas. Primero, soy un defensor del libre mercado. Y segundo, creo que el gobierno de Bolivia tiene grandes errores en economía, pero el tipo de cambio fijo es un acierto indirecto. Dicho lo anterior, voy a explicar mi postura.
VANESSA VALLEJO
Claro está que uno puede opinar sobre el tema que quiera. El problema es que la ignorancia y el ego lleven a alguien a hacerle creer que de verdad sabe de todo y que sus opiniones deberían ser tenidas en cuenta.
Yo, economista de formación, podría opinar, por ejemplo, sobre la música de la cantante colombiana Adriana Lucía. Decir en mis redes sociales que la armonía de sus canciones es fantástica, pero que no me gustan sus melismas y que la cadencia es horrible.
Lo que acabo de decir seguramente no tiene ningún sentido, porque yo no tengo ninguna formación en música. De modo que aunque puedo opinar sobre el desempeño de cualquier músico, seguramente quedaré en ridículo ante alguien que sí sepa del asunto. Pero más allá de lo estúpido de hablar de temas de los que uno no sabe, bastante ególatra, y sobre todo irresponsable, sería si pretendiera yo que los músicos hicieran caso a mis opiniones sobre un tema del que nada sé.
Yo tengo tanta idea de música como de economía sabe la cantante Adriana Lucía o el youtuber Alejandro Riaño. Pero, curiosamente, aunque para todo el mundo es claro que no tiene sentido que un economista hable de música, como no tienen ningún sentido que un médico hable de física o un ingeniero de psicología, para mucha gente no es claro que la economía es una ciencia, que hay mucho por estudiar y que los asuntos económicos no son intuitivos.
Ni Adriana Lucía, ni Carlos Vives, ni Alejandro Riaño, que ahora pretenden aconsejar al ministro de Hacienda sobre lo que debería hacer, tienen idea, por ejemplo, del proceso de creación del dinero. Puedo apostar que nunca en su vida han leído las teorías sobre la causa de la inflación. Mucho menos deben tener idea sobre lo que significa la libertad económica y el impacto práctico que esta tiene en el desarrollo de los países.
FRANK SHOSTAK
La opinión de que más dinero puede revivir una economía se basa en la creencia de que el dinero transmite su efecto estimulante a través del gasto agregado. Con más dinero en el bolsillo, la gente podrá gastar más y el resto seguirá su ejemplo. El dinero, en esta forma de pensar, es un medio de pago y de financiación.
El dinero, sin embargo, no es un medio de pago sino un medio de intercambio. Sólo permite a un productor intercambiar sus productos con otro productor. Los medios de pago son siempre bienes y servicios reales, que pagan por otros bienes y servicios. Todo lo que el dinero hace es facilitar estos pagos. Hace posible el pago de bienes y servicios.
Por ejemplo, un panadero cambia su pan por dinero y luego usa el dinero para comprar zapatos. No paga por los zapatos con dinero, sino con el pan que ha producido. El dinero sólo le permite hacer este pago. (La producción de pan por parte del panadero también da lugar a su demanda de dinero).
DAVID BROOKS
Estamos en una era dorada para los “ellismos”. Esta es una creencia de que hay una élite malévola allá afuera y “ellos” están destruyendo la vida del resto de nosotros.
Por un lado, está el “ellismo” de la lucha cultural de Donald Trump: las élites culturales de las costas odian a los estadounidenses genuinos, desprestigiando nuestros valores y abriendo nuestras fronteras. Por otro lado, está el “ellismo” de la lucha de clases de Bernie Sanders: los billonarios han manipulado la economía para beneficio propio y para empobrecer a todos los demás.
Cada una de estas versiones adopta una tensión real en la sociedad y la exagera hasta convertirla en una caricatura en la cual una parte de los Estados Unidos está intentando destruir a la otra parte.
El Partido Republicano ha sido totalmente absorbido por la lucha cultural de Trump, y muchos demócratas parecen estar precipitándose a unirse a la lucha de clases de Sanders.
Estos demócratas están haciendo lo anterior a pesar de que es suicidio político.
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