
JUAN RAMON RALLO
Mauricio Macri ha sufrido una contundente derrota en las elecciones primarias para la selección de los candidatos de los comicios presidenciales del próximo octubre. La brecha entre el peronismo y el oficialismo es tal que resulta difícilmente reversible en apenas dos meses, de modo que todo apunta a que Macri abandonará la Casa Rosada en muy poco tiempo. Quien tuvo la ocasión de desmontar el andamiaje clientelar-peronista se marcha con el rabo entre las piernas debido al fracaso de su política económica.
Pero ¿qué fracasó exactamente en los planes económicos de Macri? ¿Por qué no funcionaron? En su momento, ya tuve ocasión de explicar que, a la mayoría de los efectos, Macri era un Rajoy a la argentina pero sin el respaldo del Banco Central Europeo. Pero, con tal de clarificar el asunto, resumamos el problema al que se enfrentaba la economía argentina en 2015, así como la receta que venía aplicando el peronismo y las soluciones que podrían haberse implementado desde posiciones sensatamente socialdemócratas o desde posiciones liberales:
HUGO MARCELO BALDERRAMA
La tasa de interés es el precio más importante del mercado, ya que muestra la relación consumo presente – consumo futuro, y que permite la coordinación intertemporal entre ahorristas e inversionistas.
Pero como los socialistas desconocen los mecanismos básicos con los cuales funciona el mercado, aparte de despreciar la libertad individual, siempre pretenden que la realidad se adapte a sus fantasías utópicas, por eso siempre meten sus “manos visibles” en la economía, y usan el poder del Estado para regular precios tan vitales como las tasas de interés.
VICTOR PAVON
El mundo académico mundial celebra en estos días (31 de julio) un aniversario más del nacimiento de uno de los economistas más notables de los últimos tiempos. Milton Friedman (Nueva York, 31 de julio de 1912 - San Francisco, 16 de noviembre de 2006) fue economista e intelectual ganador del Premio Nobel de Economía de 1976 y exponente máximo de la escuela monetarista de la Universidad de Chicago.
Con la versación eminentemente técnica que lo caracterizaba, Friedman también fue sobre todo un pensador, promotor de políticas basadas en la libertad de elegir que, en su momento, atrajo la simpatía del entonces presidente estadounidense Ronald Reagan y de Margaret Thatcher en Inglaterra y hasta más lejos, la propia comunista China continental que le debe gran parte de su apogeo.
RYAN MCMAKEN
Muchos críticos del capitalismo han renunciado a afirmar que el capitalismo empobrece a la gente. Enfrentados a tantas mejoras obvias en el nivel de vida y en la reducción de la pobreza en todo el mundo, los mercados han ganado el debate económico sobre si el capitalismo es o no el camino hacia las riquezas materiales.
Pero los anticapitalistas doctrinarios tienen otras estrategias. Ahora se han ramificado para culpar al capitalismo por una serie de otros males sociales, ecológicos y psicológicos.
A veces, la táctica es culpar al capitalismo por destruir la tierra. Otras veces, es afirmar que el capitalismo, a pesar de la abundancia de material que entrega, nos hace miserables.
Por ejemplo, George Monbiot, columnista de The Guardian, culpa a la ideología pro-capitalista por hacer a la gente triste, solitaria e insana. Los escritores citan encuestas que afirman que la gente de los países más ricos —es decir, los más capitalistas— son más miserables que la gente de otros lugares. Holly Baxter en The Independent sugiere que el capitalismo es la razón por la que las personas mayores están ahora tan solas y aisladas: en el capitalismo nos preocupa más comprar cosas que visitar a la pobre y moribunda tía Ethel.
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