
VANESA VALLEJO
Una y otra vez, personas confundidas suelen echarle la culpa al capitalismo de situaciones perjudiciales que no solo no son producto de un “capitalismo salvaje”, sino que precisamente son causadas por la falta de libertad económica.
Lo que propone el establishment para solucionar estos problemas siempre es, paradójicamente, más regulación. Es decir, el estatismo causa un problema, la gente cree que es ocasionado por un excesivo capitalismo, y la propuesta para solucionarlo es más estatismo.
Esto ocurre con infinidad de problemas en muy variados campos: la pobreza, el tráfico, la poca adopción de niños y la mala prestación de servicios como salud o educación son solo algunos ejemplos de problemas que la gente cree son causados por falta de regulación estatal, cuando el problema es precisamente el exceso de regulación. Dedicaremos esta nota a hablar de uno de estos problemas supuestamente ocasionados por la libertad económica: los monopolios y oligopolios.
La equivocada y muy famosa idea de que oligopolios y monopolios son causados por falta de regulación ha hecho un daño aterrador en la economía. Amparados en que supuestamente están protegiendo a los consumidores de empresarios ladrones que pactan los precios para obtener ganancias excesivamente altas, los políticos validan sus cada vez mayores ansias intervencionistas.
Y como siempre, causan un efecto contrario al esperado. Supuestamente intentando acabar con monopolios y oligopolios, lo que en realidad hacen es crearlos. Los privilegios que el Estado concede a unos pocos, poniendo trabas a los pequeños y nuevos emprendimientos, son precisamente la causa de la existencia de precios de monopolio. Es el Estado el que impide la libre competencia y por lo tanto la existencia de precios de mercado.
GABRIEL BORAGINA
Es casi un lugar común considerar que la educación debe prioritariamente estar a cargo del gobierno. Existe un consenso generalizado en cuanto a este aspecto. La función de educar se piensa esencialmente tarea a cargo del "estado" y sólo subsidiariamente de los particulares. Es posible que esta convicción resida en el hecho de que la educación se cree una actividad "no económica". Es bastante discutible este último aserto si lo observamos desde el ángulo de que quien se educa lo hace principalmente con el objeto de adquirir conocimientos que le den competencia en el campo laboral y le permitan no sólo subsistir financiando sus necesidades cotidianas, sino además darle mayores oportunidades de progreso que -necesariamente- se van a reflejar en lo económico.
Por supuesto que, la educación no solamente sirve para conseguir buenas colocaciones laborales, sino también para obtener satisfacciones intelectuales y hasta espirituales. Pero una cosa no excluye la otra, y resulta -a nuestro juicio- apresurado descartar sin más los resultados económicos de la educación desde el punto de vista individual.
Lo mismo cabe decir -desde un enfoque praxeológico- de la "medicina, previsión social, arte, ciencia" etc. Sin embargo, hay autores que defienden la propiedad privada y que hacen esas distinciones. Citamos al respecto el siguiente párrafo:
"Propiedad privada. El éxito en educación, medicina, previsión social, arte, ciencia y otras actividades no económicas, se basa en los mismos dos principios anteriores. Por eso la propiedad privada, sostén y garantía de todas las libertades, debe ser respetada por todos, gobernantes y gobernados, no sólo en economía y finanzas, sino también en enseñanza y cultura, salud y deportes, cajas de jubilaciones y pensiones; y en los ámbitos de familias, partidos, iglesias y demás instituciones privadas."[1]
ROBERTO CACHANOSKY
En general, en los primeros 3 años de Gobierno, Mauricio Macri no ha podido dominar la economía,
MILTON FRIEDMAN
Cuando oigo a empresarios hablando de manera elocuente sobre “las responsabilidades sociales de la empresa en un sistema de libre empresa”
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