
ROBERTO CACHANOSKY
No tiene demasiada lógica pensar que la tecnología va a generar una desocupación en masa que hará que las empresas no puedan vender sus productos y terminemos en una catástrofe laboral
DANIEL LACALLE
Mario Draghi ha vuelto a perder una oportunidad excepcional para ajustar la política monetaria. Mientras ignora los enormes riesgos que se están creando por la brutal inflación en los activos financieros, diciendo que “no se ven señales de burbuja”, en el Banco Central Europeo (BCE) siguen empeñados en crear inflación por decreto, obviando los efectos de la tecnología, la demografía y la sobrecapacidad.
¿”No se ven señales de burbuja”? Se las voy a indicar yo.
- Porcentaje de la deuda de los principales países “comprada” por el BCE: Alemania, 17%, Francia 14%, Italia 12% y España 16%. En el caso español, el BCE ha “comprado” 175.000 millones de euros, es decir, ha sido el mayor demandante de las emisiones netas del país.
Háganse una pregunta: El día en que deje de comprar el BCE, ¿quién de ustedes compraría bonos periféricos o europeos a estos precios? Claramente, la primera señal de burbuja está en la inexistencia de demanda en el secundario que supla el gas de la risa monetario del BCE. Indica que el precio es simplemente inasumible en un mercado abierto, aunque se confirme la recuperación. Sobre todo porque los tipos no reflejan ni siquiera una rentabilidad real mínima, al estar por debajo de la inflación.
- Los bonos de alto riesgo de la Unión Europea cotizan a máximos históricos a pesar de que la generación de caja y capacidad de repago de la deuda, según Moody’s y Fitch, no ha mejorado de manera relevante.
- El exceso de liquidez en la zona euro ya alcanza los 1,2 billones de euros. Se ha multiplicado por casi siete desde que se lanzó el programa de “estímulos”.
TODO POR LA INFLACIÓN
El impuesto de los pobres. Por supuesto, esa enorme cantidad de activos comprados por el BCE, que ya superan el 25% del PIB de la Unión Europea, tiene un problema. Al principio del programa de recompras, se podía debatir que los activos de riesgo, sobre todo bonos soberanos, podían estar baratos o infra-preciados por el riesgo de ruptura del euro y sentimiento general negativo. Esa afirmación no se puede hacer hoy, con las primas de riesgo a mínimos históricos y la deuda a máximos. Eso lleva a que una ayuda se convierta en un incentivo perverso para gastar más y endeudarse.
JUAN RAMÓN RALLO
De acuerdo con la prestigiosa consultora McKinsey, los ingresos de la mayor parte de familias se han estancado en Occidente durante la última década: entre 2005 y 2014, la renta familiar mediana apenas creció un 3% en Francia, un 1% en EEUU, un 0% en Reino Unido, un -2% en Holanda y un -7% en Italia. Sólo hay un país que se salva de la quema: Suecia, donde las rentas familiares se expandieron un 17% desde 2005.
A la luz de estos datos, uno podría pensar intuitivamente que la clave del éxito reside en tener un enorme Estado de Bienestar a lo nórdico: si Suecia triunfa donde los otros países fracasan, acaso debamos acrecentar el tamaño del sector público hasta alcanzar los niveles suecos. La explicación adolece, sin embargo, de un problema: el tamaño del sector público de Suecia (49,2% del PIB) es inferior al de Italia (50,3%) y al de Francia (56,8%), y nada de ello ha evitado que ambos países experimentaran un estancamiento de sus rentas familiares medianas o, incluso, un fortísimo retroceso.
Tal vez entonces quepa pensar que al menos el Estado de Bienestar sueco sí constituye una solución para aquellos otros países que poseen un sector público más pequeño que Suecia, pero tampoco: según McKinsey, la redistribución estatal contribuyó a incrementar la renta familiar mediana en Suecia en un 5% entre 2005 y 2014, escasamente por encima del 3% de mejoría en Reino Unido; al mismo nivel del 5% en EEUU; y por debajo del 10% de Holanda. O dicho de otra forma, el grado de redistribución de la renta de Suecia es idéntico al de EEUU. ¿Por qué entonces en unos países los ingresos de la mayoría de hogares se han estancado durante una década y, en cambio, no lo han hecho en Suecia?
Iván Carrino
Suele argumentarse que el mayor gasto del estado estimula la demanda y, con ella, el crecimiento de la economía. Esta teoría se choca con la realidad.
Imaginemos que tenemos un primo lejano. Nuestro primo vive a 5 mil kilómetros de distancia, pero se da la particularidad que se apropia del 50% de nuestros ingresos y es el encargado de realizar el 50% del gasto de nuestro hogar.
Viviendo tan lejos, y con poco interés en que nuestra calidad de vida mejore, los resultados esperables de tal esquema son fáciles de predecir. El hogar tendrá problemas de mantenimiento y nosotros estaremos bastante desmotivados para producir, sabiendo que hay que mantener a este primo bobo que vive de nosotros.
Algo similar ocurre con el estado.
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