
JAVIER PAZ
¿Cuál es la responsabilidad de una empresa? Sencillamente generar las mayores utilidades posibles de manera sustentable y ética ¿Y cuál debe ser el comportamiento ético de la empresa? Una empresa que se comporta éticamente debe: 1) Generar dinero a los propietarios. Una empresa que genera dinero genera más empleos y da mayor estabilidad laboral, además de permitir futuras inversiones. 2) Cumplir sus obligaciones laborales, pagando los salarios acordados en los tiempos acordados y procurando un ambiente adecuado y seguro de trabajo. 3) Informar verazmente a sus clientes sobre los productos que vende, no mentir.
VÍCTOR PAVÓN
Retirar la máscara con la que se tapan los saqueadores de riqueza, entre los que están los políticos profesionales y populistas, no es una tarea fácil porque es tan fuerte la propaganda de aquellos como tan grande es la masa dispuesta a seguirles que, a sus opositores, enseguida se les cataloga de “derechista”, “neoliberal”, “insensible social”, “soberbio” u otros epítetos.
Y son muchas las máscaras de las que hacen gala para proceder al encanto de sus engaños. La izquierda marxista, por ejemplo, predica que la miseria del obrero y del trabajador tiene su causa en la riqueza del empresario, de aquellos que más tienen, proponiendo la redistribución de la riqueza mediante actos confiscatorios a la propiedad y a la libertad con niveles de implementación que, como se sabe, los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela ocupan los primeros lugares.
A los autodenominados "intelectuales" de izquierda no les interesa que sus ideas se apliquen con violencia sobre los más débiles y desposeídos. Lo importante es la revolución. Siempre y cuando sigan disfrutando de las bondades del capitalismo y mientras sigan bebiendo whisky escocés, pasearse en los shoppings y viajar cómodamente en aviones a dar conferencias para despotricar contra el "imperialismo" —ni se sonrojan cuando se refieren al recientemente fallecido Fidel Castro como un gran líder “progresista”, destacado “revolucionario” que todo latino americano debe emular.
Las políticas aplicadas por esa clase de ideas son abundantes y, sin embargo, han devastado a poblaciones enteras dejándolas sumidas en la corrupción y la escasez. La pregunta que deberíamos hacernos es por qué sigue sucediendo esto, pese a las pruebas irrefutables de que cuanta más libertad económica y gobierno limitado existan en los países, la tendencia será el progreso en todas sus variables, como en efecto lo demuestra el Informe Anual de Libertad del Instituto Cato y el Instituto Fraser, publicado tres meses atrás.
CARLOS ALBERTO MONTANER
Me parece bien que el presidente electo Donald Trump le respondiera la llamada a Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán. Lo cortés no quita lo prudente. Se trata de una mujer educada e inteligente. Taiwán, pese a todo, es una isla aliada de Washington con la que existen vínculos históricos muy fuertes en el orden económico y militar.
En realidad, ese gesto de cortesía no pone en peligro la política de “Una China” proclamada desde tiempos de Jimmy Carter. El presidente de Estados Unidos tiene derecho a hablar con quien desee y la diplomacia China no debiera ser tan quisquillosa y sensible por asuntos simbólicos.
No obstante, resulta mucho más peligroso amenazar a ese país con sanciones económicas y tarifas arancelarias debido a la balanza comercial favorable que China posee con relación a Estados Unidos, como si las transacciones comerciales arrojaran una suma-cero en las que uno gana todo lo que el otro pierde. Francamente, yo pensaba que Donald Trump tenía una mejor comprensión de los fenómenos económicos.
A Estados Unidos, en números grandes, no le perjudica contar con una enorme fábrica en el Pacífico que les suministra bienes a los consumidores norteamericanos, entre un 30 y un 40% más baratos que si fueran productos equivalentes fabricados en Estados Unidos, a cambio de un papel moneda totalmente hegemónico que no tiene otro respaldo que el inmenso prestigio del país emisor.
MARÍA MARTY
Per Bylund, pensador libertario, escribió en uno de sus tweets “¿Qué causa la pobreza? Nada. Es el estado original, el punto de partida. La verdadera pregunta es: ¿Qué causa la prosperidad?” (Bylund se refiere al estado original de la humanidad en su conjunto y no a individuos particulares).
Viajemos a la edad de piedra. Los hombres entonces no tenían más que lo que la naturaleza les podía ofrecer: agua, frutos, animales para cazar, piedras con que hacer fuego, cuevas donde cubrirse. Comparemos ese escenario con la actualidad. Sea quien fuera que esté leyendo esta columna tiene un teléfono o computadora donde leerlo, tiene una casa donde dormir, un medio de transporte a mano para trasladarse, medicinas con que curarse, ropa con la que abrigarse. Si miramos un poco más allá, vemos aviones, drones, cohetes y edificios inteligentes.
Nada de todo esto brotó de un árbol. Todo fue creado por individuos que se dieron cuenta de que si deseaban sobrevivir y obtener una vida plena, debían pensar y actuar. Y que si, por el contrario, se quedaban con su mente en blanco, paralizados, esperando echar raices para absorver la vida de la tierra y del sol, morirían.
En pensar y actuar y en esa búsqueda por sobrevivir y vivir plenamente se basa la creación de toda riqueza. La prosperidad no se logra por ningún defecto ni debilidad. Se logra gracias a las virtudes humanas y por uno de los sentimientos más nobles: el amor a la vida.
¿Tiene asegurada su vida alguien que piensa y actúa? No, ni siquiera. Puede equivocarse tanto al razonar como al actuar. Puede carecer de información clave para tomar una buena decisión. Puede evaluar incorrectamente la misma. Puede ofrecer algo en el mercado que la gente no desee. Puede dar un paso en falso. Puede fallar centenares de veces. Sobrevivir es un desafío y vivir plenamente es un logro fenomenal.
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