Economía

ARMANDO MÉNDEZ 

En su reciente estudio sobre el comportamiento de la economía de la región y con datos al primer semestre del año, la Comisión Económica para América Latina el y Caribe (CEPAL), destaca que la economía mundial se está moviendo en un contexto de creciente incertidumbre.

STEVE HORWITZ

Los críticos del liberalismo y de la economía de mercado han hecho su costumbre el inventar términos que nunca usaríamos para describirnos. El más común de los cuales es “neoliberal” o “neoliberalismo”, que pareciera significar cualquier cosa que los críticos quieran que signifique para describir ideas que no les gustan. En la medida en que los términos tengan una definición clara, ciertamente no coinciden con los verdaderos puntos de vista de los mercados y de la sociedad libre.

El derrame
Otro término relacionado es “economía del derrame”. La gente que argumenta en favor de las reducciones de impuestos, un menor gasto público y mayor libertad para que la gente produzca y comercie con lo que piensen que es valioso es a menudo acusada de respaldar algo llamado “economía del derrame”. Es difícil definir exactamente lo que significa este término pero parece ser algo como lo siguiente: “esos tíos a favor del libre mercado creen que si les das una rebaja de impuestos o subsidios a los ricos, la riqueza que adquieran va (de alguna manera) a ‘derramarse’ a los pobres.”

El problema con este término es que, hasta donde yo tengo entendido, ningún economista lo ha usado jamás para describir su propia posición. Los críticos del mercado deberían tomar el reto de encontrar algún economista que diga algo como “darle cosas al grupo A es buena idea porque siempre se derramará al grupo B.” Sostengo que no lograrán encontrarlo porque tal persona no existe. Además, como lo ha señalado Thomas Sowell, el argumento es en su totalidad una tontería: ¿por qué no dar cualquier cosa que sea directamente al grupo B y eliminar al intermediario?

suecia-11JOSÉ ANTONIO PRETLET 

“Cada vez que leo a alguien hablar sobre el ‘colapso del estado de bienestar europeo’, siento la necesidad de llevar a esa persona a una caminata 

ADRIÁN RAVIER 

Hay bastante consenso entre analistas de que se avecina una mayor apreciación del dólar. La elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y su apuesta a una política fiscal basada en menos impuestos (especialmente para las empresas) y mayor gasto (especialmente en infraestructura y defensa) anticipan mayor déficit fiscal, lo que implica más absorción de deuda y mayores niveles en las tasas de interés. Este escenario no es favorable para la región y tampoco para la Argentina.

Si atendemos a lo que ha ocurrido en la historia de los últimos 40 años, podemos evidenciar ciclos de depreciación y apreciación que, sin lugar a dudas, han acelerado y desacelerado el crecimiento en las economías emergentes. Veamos este proceso histórico:

-Depreciación del dólar en los años 1970-1978: la política monetaria laxa de los años setenta fue acompañada de bajas tasas de interés para enfrentar la estanflación y las dos recesiones norteamericanas, lo que fue acompañado con un crecimiento que superó el 6% promedio en América Latina.

-Apreciación del dólar en los años 1979-1985: la política de Paul Volcker de desinflación hizo subir la tasa de interés al 8%, contrajo el crédito y América Latina tuvo su década perdida.