Economía

DANIEL LACALLE 

Que a estas alturas haya gente que se siga creyendo el cuento del multiplicador del gasto público en economías endeudadas y abiertas es sorprendente (lean), pero que sigamos concediéndole cualidades mágicas a la intervención gubernamental y monetaria es ya, cuando menos, enternecedor. Cuando se quiebra la confianza, ese halo de credibilidad que sostiene a los bancos centrales, no importa que se sigan sacando conejos de la chistera, la gente ya ha pillado el truco.

Tres errores que cometen los académicos al defender los estímulos:

– Que la tasa de ahorro de la economía se debe a factores monetarios, no a falta de demanda de crédito solvente.

– Que la acción gubernamental va a suplir la inversión productiva real vía gasto corriente.

– Que la tasa de ahorro con respecto a la inversión es una anomalía que debe revertirse vía represión financiera, y no el reflejo de la saturación de deuda y sobrecapacidad acumulada.

Los neokeynesianos -esos que han leído a Keynes para gastar, pero no para ahorrar ni bajar impuestos- otorgan un poder casi divino a todo gasto público y de ahí que, al olvidar las dos palabras borradas a Keynes, “rentabilidad real”, lanzan a las economías al estancamiento secular ignorando la productividad, la velocidad del dinero -que mide la actividad económica- y que los tipos no están bajando porque lo exijan los agentes económicos (si fuera así, se dispararía la inversión a tipos casi cero, y ocurre lo contrario). No, la represión financiera perpetua la sobrecapacidad, zombifica los sectores improductivos, se premia al endeudado y se penaliza al ahorrador, desplazando las decisiones de inversión y consumo. Eso sí, se le echa la culpa al mercado y a correr.

CARLOS MIRANDA

La caída de precios del petróleo ha tenido un especial impacto en las petroleras estatales latinoamericanas.

La política energética populista de los Kirchner ha convertido a Argentina en un neto importador de hidrocarburos. A postrimerías de su mandato, la señora Kirchner ha intentado revitalizar YPF y buscar el autoabastecimiento con la explotación de petróleo y gas de lutitas. En primera instancia los precios bajos aliviaron la cuenta en moneda dura por importaciones, pero por los precios bajos a boca de pozo, tarifas de transporte y precios al consumidor en un país que estaba en default, la posibilidad de lograr inversiones y autoabastecimiento fue lejana. Lo es aún con la política del nuevo Gobierno que con grandes dificultades está tratando de cambiar esa imagen.

AXEL KAISER 

Si hubiera que juzgar a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) por cómo han defendido y explicado el sistema en la última década, sin duda no merecerían seguir existiendo. Hace años algunos venimos advirtiendo que un sector ideologizado del país busca destruir el que constituye el pilar central del modelo económico actualmente en cuestión y hemos dicho que era cosa de tiempo para que se iniciara una masiva campaña en su contra. Les advertimos, años atrás, que debían tirar “toda la carne a la parrilla” en un país en que la mayoría no entiende los principios básicos del sistema. Lamentablemente, poco hicieron por dar la batalla por la imagen.

Al parecer nunca entendieron que lo que hay de fondo es un tema ideológico y comunicacional más que técnico y seguirá siendo así a pesar de las reformas de la Presidenta. Ninguna institución, dijo John Stuart Mill, subsiste el paso del tiempo si la opinión mayoritaria no la respalda y esa opinión, dijo el mismo Mill, la forman los intelectuales y difusores de ideas.

Daniel Kahneman, psicólogo de Princeton y premio Nobel de economía por sus investigaciones sobre cómo funciona nuestro cerebro en la toma de decisiones, dice que “una forma confiable de hacer creer a la gente falsedades es la repetición frecuente, pues la familiaridad no es fácilmente distinguible de la verdad”. La idea de que las AFP son un robo se ha repetido tanto, implícita o explícitamente, en todos los foros, medios de comunicación, universidades y otros que no es raro que hoy se esté poniendo en tela de juicio su subsistencia.

Iván Carrino

En el gobierno creen que la economía va a reactivarse una vez que pongan en marcha la parafernalia del gasto estatal. Una pena que no se haya aprendido la lección de Kicillof.

Un joven emprendedor estaba preocupado por sus finanzas personales. Tras meses de pensar y pensar, no encontraba la forma de incrementar sus ingresos, por lo que decidió buscar ayuda consultando a dos amigos economistas.

El primer profesional que visitó se identificaba con la corriente principal del pensamiento económico. Es decir, esa que de acuerdo con Peter Boettke abarca desde David Hume y Adam Smith y llega hasta F. A. Hayek y James Buchanan.

La conversación se dio de esta forma:

– Estimado amigo, me gustaría ganar $ 100 más por mes: ¿Qué me aconsejas?

– Bueno querido amigo, te recomiendo que ahorres un poco cada mes, y luego busques invertir ese ahorro en un proyecto productivo que le sirva a la gente. De esa manera vas a generar una rentabilidad que te permitirá ganar esos $ 100 que estás buscando.