
EDUARDO BOWLES
Los cooperativistas mineros, uno de los jinetes contra el neoliberalismo, como alguna vez los calificó el actual Vicepresidente, han retornado con su estilo violento, agresivo, intolerante y radical, tan común a todos los movimientos sociales que fueron los que llevaron al poder a Evo Morales el año 2005. Cocaleros, cooperativistas mineros, regantes, movimientos sin tierra y juntas vecinales pusieron al país al borde de la confrontación, el caos, el miedo, el terror y la ingobernabilidad, entre los años 2000 y 2005. Huelgas, marchas, bloqueos, toma de tierras, toma de empresas eran el pan de cada día. Entre 2000 y 2005 tuvimos cuatro presidentes que sucumbieron ante el poder intransigente de los movimientos sociales.
Bolivianos y bolivianas, ya sea por admiración o por terror, optaron por darles la oportunidad de gobernar el país. Para su suerte, impensada hasta por los más lúcidos analistas, su ascenso al gobierno coincidió con una de las épocas más afortunadas en cuanto al precio de nuestras materias primas (gas y minerales). Entre el 2006 y el 2015 los precios de los minerales y del petróleo escalaron a niveles insospechados. Producto de este auge, el Estado boliviano administró más de 160 mil millones de dólares en 10 años, cifra que representa lo que diferentes gobiernos administraron en 40 años anteriores. Bonanza total, felicidad total.
IAN VÁSQUEZ
¡Empezaron las Olimpiadas en Brasil! ¿Quién no se emociona con el espectáculo de los Juegos, el empeño físico y mental de los atletas y el drama personal e internacional de la competencia? Yo no. O mejor dicho, no me entusiasma el oportunismo, el despilfarro y la corrupción en que han caído desde hace rato los Juegos Olímpicos.
Aparentemente, tampoco se entusiasman los brasileños. Dos tercios de ellos consideran que las Olimpiadas, más que beneficiar a Brasil, lo perjudican, según una encuesta reciente. Sin duda la crisis política y económica que vive ese país está afectando el sentimiento de los brasileños. Pero los anfitriones de este megaevento no están nada locos ni la coyuntura nacional está desconectada de los Juegos.
Brasil ya lleva años sirviendo de anfitrión de eventos deportivos internacionales, siendo el Mundial de Fútbol el torneo más reciente. No solo los brasileños sino el mundo entero empezaron a descubrir la fiesta de corrupción que aflige a ese país. Los costos de construir los estadios, por ejemplo, se inflaron enormemente. Las “anomalías” en la renovación del Maracaná aumentaron el precio del proyecto en un 17% y eso sin contar que el costo original del trabajo se sobrepasó en un 62%. Ejemplos como estos se multiplicaron.
El humor del país ha empeorado con las Olimpiadas. Se han gastado miles de millones de dólares de dineros públicos en un país que no tiene plata para pagar necesidades básicas. En junio, el estado de Río de Janeiro, donde se llevan a cabo los Juegos, declaró un “estado de calamidad pública” por la falta de fondos no solo para atender a las Olimpiadas, sino también para hacer frente a servicios públicos como la salud y la educación. Las Olimpiadas ahora recibirán fondos federales y los servicios públicos se racionarán.
ARMANDO MÉNDEZ
En economía cuando nos referimos al empleo se habla del uso de los factores productivos que dispone un país y que son: el trabajo, el capital, los recursos naturales y la tecnología. Pero también se utiliza en un sentido más restrictivo cuando sólo nos referimos a la utilización del factor trabajo en la actividad económica.
JUAN ANTONIO PRETLET
“Cada vez que leo a alguien hablar sobre el ‘colapso del estado de bienestar europeo’,
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