Economía

LUIS PAZOS 

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la crearon los gobiernos de los países más desarrollados, a principios de los años 60, con el objetivo de coordinar políticas económicas para fomentar el crecimiento económico, el empleo y el comercio. Pero al analizar las recomendaciones, preocupaciones y declaraciones, de sus directivos, concluimos que han perdido la brújula y no cumplen con los objetivos para la que fue creada.

El Secretario general de dicha organización, José Ángel Gurría, ex Secretario de Hacienda de México, declaró que “el mundo está atascado en una trampa de bajo crecimiento” y señaló como responsables “la inversión débil de las empresas”, pero omitió decir que esa “inversión débil” se debe a que la mayoría de sus ganancias, que es de donde sale la inversión, se destinan a pagar impuestos, que en poco o nada contribuyen al crecimiento, al utilizarse en gastos improductivos y para cubrir intereses de deudas excesivas e irresponsables de los gobiernos.

La OCDE, más que una institución que promueve el crecimiento parece un club de secretarios y ex secretarios de hacienda, que buscan más ingresos para los gobiernos “gastalones”, y no verdaderas vías para un mayor crecimiento, que implican menores gastos gubernamentales. La OCDE considera que la evasión fiscal es el principal problema en Iberoamérica y promueven formas para evitarla. Pasan por alto que el mayor problema de la región es el mal uso, desviación y robo de impuestos por los gobernantes, y sobre ese problema, que es la esencia de una corrupción que impide un mayor crecimiento, no proponen ninguna política.

El actual bajo crecimiento mundial es consecuencia de gastos deficitarios y deudas impagables en la mayoría de los países europeos: Grecia, España, Francia, Italia, y en los Iberoamericanos: Argentina, Brasil, México y Venezuela, entre otros, donde el robo de impuestos, y no su evasión, es la principal causa de su bajo crecimiento.

 EDUARDO BOLWES 

Una prestigiosa revista argentina acaba de publicar en su portada un montaje fotográfico en el que se ve a la expresidente argentina Cristina Fernández bañándose en dinero, al estilo del famoso personaje de Disney, el Rico McPato. Al pie de la imagen dice “La foto que nos falta”, aludiendo a la gran avalancha de evidencias que se han reunido en relación al saqueo que perpetró el Kircherismo en 12 años de administración.

HUMBERTO VACAFLOR 

El cobro de impuestos en Bolivia ha tenido una tasa de crecimiento que ya quisieran países mejor organizados. Que las recaudaciones hayan crecido todos los años, año tras año, en una tasa del 17% es, de veras, una hazaña. El problema es que ese crecimiento no ha sido paralelo, ni mucho menos, con el crecimiento de las actividades económicas y mucho menos con el aparato de producción. El dato sobre el crecimiento de las recaudaciones ha sido elaborado por Fundación Milenio y es impresionante. Una curva ascendente que deja sin aliento.

JUAN RAMÓN RALLO

Si algo no se le podrá negar al desastre socialista de Venezuela es su previsibilidad. El régimen bolivariano de Maduro está siguiendo a la perfección el manual del suicidio económico: primero, hacer frente a una crisis económica con inflación, esto es, tratando de ocultar el empobrecimiento real que está sufriendo una sociedad imprimiendo nueva moneda y reinflando las rentas nominales de trabajadores y receptores de gasto público; segundo, hacer frente a la inflación con controles de precios, esto es, tratando de ocultar que un aumento nominal de rentas seguido de un incremento sobreproporcional de los precios supone igualmente un empobrecimiento real de los ciudadanos; tercero, hacer frente al desabastecimiento general de mercancías y a la descoordinación productiva derivada del control de precios mediante la planificación estatal, esto es, dando a entender que el completo desmoronamiento de la economía es consecuencia de ineficiencias del mercado, de empresarios saboteadores, de especuladores sin escrúpulos y de bloqueos internacionales.

Pero no, el colapso de la economía venezolana es esencialmente consecuencia de las pésimas políticas aplicadas durante más de quince años: primero, al reforzar su absoluta dependencia del petróleo, especialmente en la rúbrica de los ingresos de un Estado sobredimensionado; después, al querer contrarrestar los problemas vinculados al abaratamiento del petróleo con el desnortado dirigismo arriba descrito. Y es que, una vez implantado el control de precios en una economía, la coordinación descentralizada lograda por el mercado desaparece.

Imaginen que, por alguna razón, la oferta de pan se viene abajo dentro de una economía y que ello motiva un incremento de su precio desde un euro a tres euros. Ese aumento de precios sólo refleja que la oferta es insuficiente para hacer frente a toda la demanda y, en la medida en que se trate de un aumento más o menos duradero, también refleja que no es sencillo volver a incrementar esa oferta a corto plazo (si lo fuera, mucha gente aprovecharía los altos precios del pan para fabricarlo y venderlo en grandes cantidades). Si, en ese contexto, el gobierno decreta que el precio del pan debe seguir siendo de un euro y no de tres, ¿cuáles serán las consecuencias?