Economía

JAVIER PAZ

Un juego de suma cero es aquel donde la ganancia de unos es proporcional a la pérdida de otros. El fútbol, el ajedrez y el banco inmobiliario son juegos de suma cero en los que, para que uno gane, otro necesariamente tiene que perder. La guerra es otro juego de suma cero en el que solo puede existir un victorioso si hay un derrotado, aunque más propiamente debemos considerar la guerra como un juego de suma negativa, ya que ambos pierden.

ROBERTO CACHANOSKY

Uno de los argumentos centrales del macrismo, argumento que comparto, es que una de las prioridades de su gestión consistirá en llegar a la pobreza cero, y que para lograr ese objetivo hace falta crear más puestos de trabajo atrayendo inversiones. Es decir, no solo estoy de acuerdo en el objetivo, también estoy de acuerdo en la secuencia. No es posible terminar con la pobreza sin previamente atraer inversiones. Es imposible combatir la pobreza en un país en el que todos los puestos de trabajo los crea el estado porque, en rigor, no son puestos de trabajo, sino que son subsidios para sostener a gente que consume y no produce riqueza. Una forma de mentir estadísticamente sobre la verdadera desocupación.

Confieso que me llamó la atención la afirmación del presidente Macri y luego de alguno de sus funcionarios sosteniendo que si las empresas no bajaban los precios iban a abrir la economía. Es decir, un intento por frenar la inflación vía una mayor oferta de bienes importados. Una advertencia del gobierno a los productores locales para que no subieran los precios.

Es que la apertura de la economía no es un instrumento para frenar la inflación. Cada herramienta económica sirve para objetivos diferentes. Pretender frenar la inflación abriendo la economía es como querer clavar un clavo con un destornillador.

La inflación se domina teniendo disciplina fiscal para poder tener disciplina monetaria. En otras palabras, la inflación se domina eliminando o bajando el déficit fiscal para que el BCRA no tenga que emitir tanta moneda para cubrir el rojo del tesoro. Nada tiene que ver la apertura de la economía en ese proceso.

DANIEL YERGIN 

¿Cómo será el mercado del petróleo en 2016? El año está cerrando con la industria en estado de conmoción. El precio del crudo ronda los US$35 por barril, los suministros inundan el mercado, Estados Unidos va a poner fin a largas décadas de prohibición a la exportación de petróleo, y las rivalidades geopolíticas continúan creando incertidumbre.

El fin de la prohibición a las ventas del crudo de EE.UU. fuera del país, que el Congreso aprobó el viernes, es un importante paso que refleja el reconocimiento de la nueva realidad del petróleo del mundo: la revolución del petróleo de esquisto y su impacto en los mercados globales. Aunque podría parecer impensable hace sólo unos años, EE.UU. se ha convertido en uno de los “grandes tres” productores de petróleo, con Rusia y Arabia Saudita.

El fin de la prohibición de la exportación —una reliquia de los 70—, ayudará a eliminar los descuentos en los precios del crudo al interior de EE.UU., que han estado perjudicando a los productores en ese país. Pero es poco probable que aumente el precio en los surtidores porque el precio de la gasolina de EE.UU. está afectado por el precio del crudo global, no el interno.

La Unión Europea y Japón se cuentan entre quienes han apoyado el levantamiento de la prohibición. No es que esperen que el volumen de exportaciones de EE.UU. sea alto, pero sí que esta oferta diversifique más el mercado global y contribuya a la seguridad energética. De haber seguido la prohibición en pie, la UE habría insistido en hacerla uno de los puntos principales de negociación en un nuevo tratado comercial con EE.UU. La persistencia de la prohibición también habría dejado sin responder una de las preguntas más desconcertantes hecha hace unos meses por la senadora Lisa Murkowski, presidenta del Comité de Energía del Senado: ¿Por qué revocar las sanciones en el petróleo iraní como parte del acuerdo nuclear, pero mantener las “sanciones” a la exportación de petróleo de EE.UU.?

Iván Carrino

Finalmente, luego de cuatro años de férreo control de cambios, el nuevo gobierno decidió terminar con el cepo de un día para el otro.

Si bien el nuevo dólar del mercado unificado mostró una tendencia a la baja en los primeros días de libre cotización, lo cierto es que luego de la unificación, el tipo de cambio se ubicó mucho más cerca de aquél que prevalecía en el mercado paralelo que de aquél que el gobierno buscaba imponer en el “mercado” oficial.

Si se lo compara contra el precio que la divisa tenía en el mercado “blue” antes de la salida del cepo, el dólar abrió solo 4% por debajo de ese valor, mientras que en la comparación con el “precio” que tenía en el mercado oficial, la diferencia fue de 42%.

A la luz de estos datos, queda claro que el mercado paralelo era largamente más representativo del verdadero precio del dólar que el mercado oficial.