Economía

VÍCTOR PAVÓN 

Antes de los estudios de James Buchanan, Nobel de Economía en el año 1986, la política, y con ella la fiscal y la monetaria, partía del supuesto de que los dirigentes políticos y burócratas estaban guiados por los intereses generales de la sociedad. Esta idea por supuesto es antigua. Platón (428 -347 a.C) en sus obras justificó el logro del bien común desde el Estado por medio de la inobjetable sabiduría y desinteresada generosidad de los gobernantes.

Esta matriz intelectual, por cierto sumamente peligrosa para la libertad y la propiedad, sigue intacta en el presente. Hoy los "ingenieros sociales" o constructivistas al decir de F.A. Hayek, están mimetizados de políticos y técnicos cada vez más especializados. Cada vez más cerca del fisco, cada vez más lejos del individuo.

Este es el reciente caso del Ministerio de Hacienda y de la banca central que acompañados del Banco Mundial afirmaron al unísono que aquí en Paraguay se cuenta con amplio margen para elevar todavía más la deuda (hoy llega al 18 por ciento del Producto) y que el endeudamiento se está haciendo con prudencia.

Afortunadamente, con la moderna escuela de la Elección Pública de Buchanan, este discurso de tan encumbrados órganos "especializados" nos pone en alerta en defensa de nuestra libertad y propiedad. Eso de elevar la deuda y de la prudencia no es más que una manera ingenua de ver la política.

tioricoJUAN RAMÓN RALLO

Desde antiguo, la codicia ha estado mal considerada en sociedad: auri sacra fames!, la maldita voracidad por el dinero, la descalificó Virgilio.

HUGO SILES 

Las utilidades de las 250 empresas más grandes de Bolivia (sin YPFB) cayeron 3,2% en la gestión fiscal 2014 respecto de 2013. Por su parte, las ventas aumentaron 4,7% en el mismo periodo, de acuerdo al Ranking de las 250 empresas más grandes de Bolivia, publicado en octubre.
Considerando a YPFB, las utilidades de las 250 empresas más grandes de Bolivia subieron 10% en 2014 respecto de 2013, y las ventas aumentaron 3,6%. El rezago de la bonanza de precios de los hidrocarburos en 2014 en el mercado externo elevaron las utilidades de YPFB que impactaron en el volumen global de utilidades de las empresas más grandes de Bolivia.

IAN VÁSQUEZ 

Esta semana se anunció que el profesor Angus Deaton, de la Universidad de Princeton, ha ganado el Premio Nobel de Economía. Coincide con el reciente anuncio del Banco Mundial de que en 2015 la pobreza mundial caerá a menos del 10% por primera vez en la historia.

Es dichosa la casualidad. Entendemos mucho mejor la condición de la humanidad por el trabajo influyente de Deaton, de medir de manera cuidadosa el consumo y otros indicadores de bienestar en el mundo. Según el nuevo premio Nobel, somos más ricos, más sanos y vivimos muchos más años que en cualquier otra época. En las últimas décadas, los estándares de vida (alfabetismo, acceso al agua potable, mortalidad infantil) en los países menos desarrollados han mejorado drásticamente.

Deaton documenta que el progreso que está viviendo una proporción cada vez más grande de la humanidad empezó hace unos 250 años, cuando las partes del mundo que hoy llamamos ricas empezaron su gran escape de la pobreza masiva, que hasta entonces caracterizaba al globo entero. La Ilustración, la Revolución Industrial y el descubrimiento de que los gérmenes causan enfermedades infecciosas son la base de ese progreso.

Para Deaton, el crecimiento económico es crítico, pero el conocimiento lo puede ser aun más. La difusión del conocimiento científico y médico explica en buena medida que incluso los países de ingreso y crecimiento bajos también hayan experimentado avances impresionantes. De tal manera que el economista de Princeton es un optimista sin ser determinista. Se preocupa, por ejemplo, por la desigualdad, pero aclara que "la desigualdad es frecuentemente consecuencia del progreso". El hecho de que algunos escapen de la miseria no es reprochable. En ese sentido, distingue entre la desigualdad que ayuda a la humanidad y la que la perjudica. La desigualdad económica que va de la mano con la desigualdad política, circunstancia que caracteriza a muchos países pobres, es un ejemplo de mala desigualdad, a la que debemos estar atentos en cualquier país.