
CIRO AÑEZ
El Mercado Común del Sur (Mercosur) es un proceso de integración económica regional y estructural instituido inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay al cual en fases posteriores se han incorporado Venezuela y Bolivia, ésta última en proceso de adhesión.
En ese sentido, Bolivia ahora pretende ingresar como miembro pleno al Mercosur, esto es, al Tratado de Asunción de fecha 26 de marzo de 1991, el cual dio origen al esquema de integración económica denominado “Mercado Común del Sur”.
LUIS I. GÓMEZ
El verdadero veneno de nuestra sociedad no es la desigualdad, sino la gestión política de la envidia. La pobreza sólo podrá ser superada cuando superemos la envidia y aceptemos con naturaldad la riqueza de otros, también la de las grandes fortunas, dejando a un lado las preguntas sobre cómo llegaron esos ricos a serlo para pasar a preguntarnos cómo podemos nosotros alcanzar metas similares.
El primer paso fundamental es la abolición de todas las ayudas y subvenciones en que se basa nuestro sistema de redistribución de la riqueza; también aquellas dedicadas supuestamente a la ayuda de los pobres, pero que apenas consiguen sumirlos en un estado de eterna dependencia. Los pobres no son pobres porque los ricos son ricos. En una sociedad libre de trabas al mercado también habrá personas más ricas y más pobres que la media, simplemente por el hecho de que no todas las personas quieren o pueden producir lo mismo. El valor de lo producido se determinará, en una economía de libre mercado, por la escasez relativa. Es por eso que no sólo los llamados “cualificados” disponen de una oportunidad para obtener una buena renta de su trabajo, también aquellos que son capaces de encontrar (vía creatividad) un nicho de mercado – y esos nichos existirán siempre en una economía de servicios global – incluso entre las actividades para las que no es necesaria cualificación alguna.
Los más ricos serán aquellos que mejor identifiquen las áreas de escasez -qué carencias se deben superar – y cómo gestionar esa escasez mediante los intercambios más productivos. Aquí no puedo olvidar hacer mención especial a la educación. Desde sistemas de educación más libres y abiertos se proporcionan a las personas más herramientas de conocimiento creativas y productivas que más tarde favorecerán la capacidad de inventar y descubrir las necesidades de otros. Tampoco olvido que en una sociedad abierta existen también los factores “suerte” y “mala suerte”, “esfuerzo” y “pereza”
IAN VÁSQUEZ
La desaceleración de China y la caída de los precios de las materias primas han puesto en evidencia un concepto equivocado –compartido por numerosos ecologistas, personajes destacados y ONG– del modelo de desarrollo chino: que los recursos naturales del mundo se están acabando.
Bajo la impresión de una supuesta carrera por los recursos naturales, las empresas estatales chinas han invertido masivamente en minas y demás iniciativas extractivas alrededor del mundo. Por su parte, ecologistas y afines proponen límites al consumo y el crecimiento.
Si fuese válida la idea de que las commodities son cada vez más escasas, estaríamos viendo un continuo aumento en los precios de los recursos naturales. Lo contrario está ocurriendo, pero en años recientes no pocos han advertido de que la producción de petróleo, alimentos, gas y un sinfín de minerales ya pasó su cénit y está en caída.
No sorprende que tales angustias se viertan durante una bonanza de materias primas. Ocurrió así en el ciclo anterior, en los setenta, cuando se nos dijo que se acabarían los recursos naturales más importantes en treinta años y, como predica el Papa ahora, que nuestro modo de vida era insostenible.
Un libro recientemente publicado, The End of Doom, de Ronald Bailey, experto en temas ecológicos y científicos, brinda el antídoto –con múltiples cifras y evidencia empírica– contra el pesimismo en que cae la humanidad de tiempo en tiempo. Bailey documenta que la economía global produce superciclos en los que aumentan y caen los precios de las materias primas durante períodos de 30 a 40 años y que corresponden a fenómenos como la industrialización de EEUU y Europa en el siglo XIX, el desarrollo de Japón el siglo pasado y el de China en años recientes.
CHRIS EDWARDS
Una característica común de las políticas económicas de la administración Obama es el uso de la coerción estatal.
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